7 de abril de 2009

¿Google y el calentamiento global?

Acabo de ingresar a la cabina pública de internet de la cuadra 18 de la avenida Arequipa. El local es un cuchitril. Las paredes, que alguna vez fueron blancas, lucen desgastadas. A la derecha e izquierda se alinean una sucesión de veinte cubículos de mediana altura. El hacinamiento de objetos y personas que allí cohabitan me sugieren que he sido depositado en el pabellón de un peligroso centro penal. Más aún, cuando se me ocurre que los habitantes de este lugar están atados a esas máquinas negras, a través del "inofensivo" mouse, sin posibilidad ni voluntad para escapar. Sé que en las siguientes horas yo también formaré parte de ese ejército de presos voluntarios. Estoy dispuesto a pagar el Nuevo Sol por cada hora de carcelería. No me importa. Soy una víctima “adquisitiva”, es decir, una víctima que quiere ser víctima.

El administrador está concentrado frente a una computadora, en la zona de ingreso de este local. Ahora levanta la cabeza, se ha dado cuenta de mi presencia. Sus ojos me sugieren la pantalla plana del monitor. “¿Tienes una máquina disponible?”, le pregunto. “Entra, nomás. La siete y la nueve están libres”, me responde cortante. Avanzo con lentitud. Escojo la nueve. Ahora estoy frente a mi cubil. Setenta por setenta centímetros, calculo. Perfecto para quedar inmovilizado. Me acomodo. Mis rodillas chocan contra los soportes de la mesita. Enciendo la computadora Olivetti. Casi inmediatamente escucho el clásico sonido de apertura del “Windows XP”. Cual estrellas del firmamento, ante mis ojos van apareciendo una sucesión de íconos. Acabo de ver el único que realmente me interesa, el de “Internet Explorer”. Me alegro. Ansioso tomo el “mouse”, y con el puntero le doy un “clic”. No puedo dejar de sentirme victorioso.

Ya estoy navegando. Pero, mi entusiasmo me dura muy poco. Le doy un "clic" al célebre buscador Google, y un aire de depresión me invade. Alex Wissner-Gross, investigador de la Universidad de Harvard, asegura que una búsqueda en este poderoso buscador produce siete gramos de CO2, esto es, dióxido de carbono. Dos búsquedas, dice, serían suficientes para hacer una taza de café. ¿Cómo ocurre esto? Lo explica así: las emisiones de las búsquedas de Google provienen de la electricidad utilizada por el computador y la energía que consumen los enormes bancos de datos que Google tiene alrededor del mundo. Ni por asomo tengo siquiera la sombra del genio de Einstein. Pero se me ocurre una ecuación que me deja haciendo círculos bobos con el mouse. Esta es: Dale “clic” a Google, busca indefinidamente todas cosas que tu curiosidad o estupidez maniaca te sugiera, el resultado es simple: Más contaminación y viva el calentamiento global.

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