16 de marzo de 2009

Felix lleva los pantalones hasta el ombligo.

Félix lleva los pantalones hasta el ombligo. Se sujetan a su cintura como si los años intentarán fallidamente desajustarlos. Sus zapatos mineros sólo evidencian el largo camino obrero en el que ha bregado. Ese mundo tan desigual entre el honor y la dignidad laboral.
Parco, con mala dicción, escribe tan bien que se cobra la revancha del lenguaje con sus dedos toscos y sus uñas largas. Su mirada siempre baja intenta enfocar exitosamente el ángulo correcto en sus anteojos bifocales que penden sobre su abultada nariz. Su pelo entrecano se pierde en la formalidad de su peinado. Siempre lleva la cerviz baja, buscando papeles en su escritorio o mirando al teclado mientras su imaginación se desborda. Su cuello se yergue con la fuerza de los que han aguantado el yugo laboral esperando un compañero que los defienda. Trabaja ciento seis horas a la semana con la firme consigna que sus compañeros sólo trabajen ocho horas diarias. Su compañerismo es tal que ha renunciado a sus derechos en la búsqueda de justicia. Alrededor buscan un orden predeterminado un fax, su impresora-scaner-fotocopiadora-posavasos, cientos de expedientes, una botella de gaseosa bien helada y una lupa profesional que intenta descubrir la verdad a sus ojos. (Por: Redy, "El Novio").

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